Inventaron los Romanos el Plástico 2000 Aos Antes?

Original Video ContentExpand Video
  • Érase una vez en la antigua Roma un fabricante de vidrio que quiso regalar una copa al emperador.
  • El artesano mostró su habilidad al devolver la copa a su forma original después de no romperse al caer.
  • La historia plantea la posibilidad de que los romanos hayan inventado el plástico hace casi 2000 años.
  • A lo largo de los siglos, algunas variaciones de la anécdota han aparecido en diferentes fuentes antiguas.
  • Es incierto si se trataba de un material real o simplemente un rumor, pero su invención podría haber sido posible.

Érase una vez, en la antigua Roma, un fabricante de vidrio que quiso regalarle una copa al emperador. Una vez que la hubo examinado, el artesano la cogió y la arrojó contra el suelo. Sin embargo, el recipiente no se rompió en 1000 pedazos, tan solo se abolló un poco. El artesano sacó un martillo y le devolvió la forma original.

¿Sabe alguien más cómo fabricar este vidrio flexible? Preguntó maravillado el césar. Cuando el artesano respondió que no, el emperador ordenó que le cortaran la cabeza. Y es que si la gente hubiera conocido la existencia de tan increíble material, el oro y la plata habrían perdido todo su valor.

Esta historia aparece en el Satirón, una obra del siglo I atribuida a Petronio. Y no sé a vosotros, pero a mí esto del vidrio flexible me hace pensar en un plástico. ¿Es posible que los romanos inventaran el plástico casi 2000 años antes de lo que pensábamos, pero que el descubrimiento cayera violentamente en el olvido? Vamos a verlo.

Pero antes, hipermovidas, recordaos que estamos en podóimo mezclando ciencia y humor con los temas más inesperados y los mejores invitados. ¿Sabéis que los festivales provocan pequeñísimos terremotos en el Zip en Benyicas sin que alguien le haga lo de Jurassic Park y se le mueva el agua del vaso? No tanto, tanto.

¿Pero hay una pregunta en todo eso que los causa exactamente? ¿Es la gente? ¿Son los altavoces gigantes? No, hemos estado hablando de invasión a alguien y pensando en plan qué haría la gente realmente en esa situación.

No sé si conocéis lo que pasó con la emisión en radio de la guerra de los mundos en EE.UU. Quería leeros un poco algunas cosas que hicieron y Carlos, tú me dices si es una buena estrategia. Salieron corriendo de sus casas con toallas envueltas en la cabeza para protegerse del gas.

Si no tienes nada gas. Si soy un astronauta español en la luna y estoy haciendo botellón muy español. Uno no puede beber en la vía pública aquí en España, pero si yo bebo en la luna, ¿me pasa algo? ¿Que te emborrachas?

Pero una cuestión real sería cómo puedes beber con el casco puesto. Habéis mencionado lo de la relación parasocial, como que tienes una persona y esa persona no te conoce a ti, pero tú la tienes idealizada.

Lo que yo llamo relación. Claro, por eso es fácil identificarse con, pero esto es súper tóxico. Sí.

Ya están disponibles episodios de la ciencia y Taylor Swift, de Supervivencia en una invasión alien, una masterclass de Derecho espacial y de la ciencia de los festivales. Tenéis para veros 45 días gratis de pimmo en el link que os dejo en la descripción. Y dicho todo esto, investiguemos este misterio químico.

A ver, es cierto que el Satiricón es una novela, una obra de ficción, pero también lo es que la anécdota, con algunas variaciones, se repite en otras fuentes. Por ejemplo, Plinio el Viejo la recoge en su Historia natural, una enciclopedia que pretendía condensar todo el conocimiento que tenían los romanos en el siglo I.

Aunque pone en cuestión su veracidad al decir que se trata de un rumor que ha sonado durante mucho tiempo, siendo más común que cierto. En este caso, el desenlace es menos dramático. El emperador, a quien Plinio identifica como Tiberio, solo manda destruir la fábrica del artesano, que conserva la cabeza sobre los hombros.

Y Plinio no es el único cronista que habla del vidrio flexible. En el siglo III, Dión Casio también lo menciona en su Historia romana. Aquí la cosa es aún más espectacular, porque la copa quedó más o menos rota, quizás totalmente destrozada, y el artesano volvió a sacarla entera tras triturar los restos con su magia.

En el siglo VII, Isidoro de Sevilla también cuenta la misma historia en sus Etimologías, otra obra de carácter enciclopédico, aunque de nuevo se cura en salud al introducirla con un "se cuenta que". En torno al siglo X, Heraclio la incluye en un tratado sobre los colores y el arte de los romanos.

Así pues, tenemos una serie de fuentes que aluden al vidrio flexible en época de Tiberio. ¿Hay algo de verdad en todo esto o es tan solo una invención? Es difícil de decir, aunque la verdad tiene toda la pinta de tratarse simplemente de una historieta que se fue transmitiendo de unos autores a otros, ganando y perdiendo detalles por el camino, como en el juego del teléfono escacharrado.

Desde luego, nunca hemos encontrado ningún resto arqueológico que lo sustente. Pero más que si es cierto, lo que me interesa es si podría haberlo sido. ¿Estaban los romanos en condiciones de inventar el plástico?

Sabemos que eran muy buenos trabajando el vidrio. Por ejemplo, crearon esa maravilla de copa que cambia de color dependiendo de si la luz pasa o no a través de ella, gracias a que contiene nanopartículas de oro y plata. Dominaron técnicas como el soplado, que permitió que el vidrio pasara de ser un lujo a un material de uso corriente.

¿Pero poseían la tecnología necesaria para desarrollar el plástico? ¿Podrían al menos haber dado con él por casualidad? Hoy en día, cuando hablamos de plásticos, pensamos en materiales como el terftalato de polietileno o PET, que encontramos en las botellas de agua y envases de alimentos.

El polietileno de alta densidad, el PVC, el polipropileno y el poliestireno expandido son algunos ejemplos comunes. Todos estos plásticos, o más técnicamente, termoplásticos, tienen algo en común. Se derivan a partir de los hidrocarburos, sobre todo del petróleo, y su fabricación es bastante compleja.

Parece impensable que los romanos hubieran podido llevar a cabo todo este proceso. Para empezar, no disponían de la tecnología para extraer y refinar el petróleo. Además, romper los enlaces de la nafta requiere temperaturas y presiones muy altas o catalizadores complejos.

¿Y las reacciones de polimerización? Con un control preciso de la temperatura y otros parámetros, no, definitivamente no podrían haberlo hecho. Pero claro, estamos hablando de materiales modernos, de los plásticos que tenemos hoy en día.

Puede que si retrocedemos un poco en el tiempo, si nos fijamos en los primeros plásticos que se desarrollaron, encontremos un material al alcance de ese artesano. La historia del primer plástico creado por el hombre, al menos del primero que alcanzó éxito comercial, es cuanto menos curiosa.

A mediados del siglo XIX, el billar se estaba volviendo más y más popular, pero cada vez era más difícil conseguir el material con el que se fabricaban las bolas de marfil. A una de las compañías que fabricaban bolas de billar se le encendió la bombilla en 1864, ofreciendo un premio de $10,000, cientos de miles de dólares actuales, a quien encontrara un material que pudiera reemplazar el marfil.

John Wesley Hyatt, un joven inventor estadounidense que trabajaba en una imprenta, recogió el guante y empezó a hacer experimentos con diversas sustancias. Por casualidad, se le derramó un líquido que los impresores usaban para proteger sus dedos, que al secarse formaba una película sobre ellos.

Cuando Hyatt vio los restos endurecidos se le ocurrió que quizás podría usar ese líquido para recubrir las bolas. Más tarde decidió usar su principal componente, la nitrocelulosa, una mezcla de celulosa, la molécula vegetal por excelencia, y ácido nítrico para fabricarlas.

El problema es que esa sustancia era altamente inflamable y muy explosiva. Había que estabilizarla de algún modo. Finalmente, en 1870, Hyatt halló el ingrediente que le el alcanfor, presente en la madera de un árbol originario de Asia. Así fue como patentó el celuloide, un material que allanaría el camino para los plásticos modernos.

Lo que no está muy claro es si llegó a cobrar la recompensa. Hay quien dice que todo esto de la casualidad en realidad Hyatt se habría inspirado en el trabajo de otros inventores. Pero volviendo al tema, lamentablemente los romanos tampoco habrían podido fabricar celuloide.

Incluso si hubieran importado el alcanfor, habrían necesitado el ácido nítrico, un compuesto sobre el que no hay registros hasta, como mínimo, el siglo IX. Sin embargo, en la historia del celuloide encontramos una posible explicación.

La humanidad lleva usando materiales naturales con propiedades plásticas desde mucho antes. Sustancias presentes en savias, resinas, secreciones de insectos, los cuernos del ganado o los caparazones de las tortugas que a altas temperaturas se vuelven deformables y pueden moldearse para fabricar diversos objetos.

Y hay muchos más. Las barbas de las ballenas están hechas de fibras de queratina flexibles y resistentes, y se usaban en cestas, varillas de paraguas o corsés. Sería un material parecido a la fibra de vidrio, salvando las distancias.

La caseína, una proteína de la leche, también se convierte en una especie de plástico al mezclarla con vinagre. Es un experimento que se puede hacer hasta en el cole. Y con el caucho que se extrae de algunos árboles, los pueblos precolombinos fabricaban pelotas elásticas para sus juegos rituales.

Es posible concebir que un artesano de la antigua Roma diera con un material de origen natural que tuviera ciertas propiedades plásticas, suficientemente desconocido como para dejar de piedra al emperador.

Eso sí, que además fuera más o menos transparente ya se me antoja más difícil. Pero esta no es la única posibilidad, y hay quien tiene otras teorías. Una es que nuestro artesano hubiera tenido acceso al bórax, una sal con boro y sodio que, por ejemplo, podría haber encontrado por casualidad en las fumarolas de Maremma, una región al norte de Roma.

Si lo hubiera combinado con sílice, el componente fundamental de la arena, y hubiera calentado la mezcla a temperaturas altísimas, de más de 1500 °C, podría haber desarrollado un vidrio de borosilicato más resistente que el normal, parecido a los que se usan hoy en ciertos instrumentos de laboratorio y utensilios de cocina.

No hubiera podido abollarse, pero quizás habría aguantado el impacto. También hay quien considera que la historia del artesano en realidad no habla de vidrio flexible, sino de vidrio curvado, como el que vemos en asas y otras estructuras.

Y otros creen que podría estar haciendo alusión al vidrio templado, sometido a un tratamiento térmico para aumentar su resistencia, o algún otro material novedoso, como el aluminio, que no se aisló hasta el siglo XIX. Incluso podría tratarse de una referencia al soplado de vidrio, técnica que los romanos importaron de Siria más o menos por esas fechas.

Sin embargo, lo más sencillo es pensar que le estamos dando demasiadas vueltas, que no se trata más que de una fábula para ejemplificar lo increíblemente poderosos que eran los césares y cómo hubieran podido enterrar cualquier innovación. Literalmente, cuántos increíbles avances podrían haber perdido por culpa de sus prejuicios.

Y ya sabes, si quieres más ciencia, solo tienes que suscribirte y muchas gracias por vernos.